Cumple ardientemente tu papel y entrégate de lleno a la labor en tu propio campo, sin dejarte llevar del ensueño. Tú eres así y no de otra manera. Acepta la vida, pero jamás dudes de tu eficacia en ella. Aleja toda duda inútil, toda idea de imposibilidad que te hayan inculcado. Perfecciónate en aquello que puedes hacer bien y perfecciona el cachito de mundo que te toca trabajar. Vuélcate en tu amor en ese metro cuadrado que ocupa tu existencia. No lo abandones.


miércoles, 12 de mayo de 2010

LA SEDUCCIÓN DE LO INNECESARIO

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"Lo advertí al cambiar un icono de lugar en la interfaz. Para hacerlo, hace falta presionarlo durante un par de segundos y entonces todos empiezan a vibrar. El efecto es genial. Y por completo innecesario. En cualquier otra máquina aparecería un cartel, toda la pantalla cambiaría de color o algo así. En el iPhone, los iconos se ponen a bailar. Brillante. Esa es la clave de este dispositivo: está repleto de cosas innecesarias, detalles superfluos, animaciones y efectos que no hacen a la función y por sí mismos no sirven para nada. Y precisamente ahí es donde nos sentimos atraídos. Los humanos somos los únicos seres que hacemos cosas que no son estrictamente necesarias. Dicen los antropólogos que empezamos a ser humanos cuando viajamos largas distancias para conseguir piedras para adornarnos. O cuando empezamos a enterrar a nuestros muertos. Lo llamamos cultura. Ser humano es hacer cosas que no hace falta hacer. Por supuesto, cuando imaginamos un mundo sin cosas innecesarias, el resultado es un horrendo hormiguero, una pesadilla orwelliana gris y funcional, desapasionada, inequívoca, neutra. Así que, en un típico arranque de condición humana, para nosotros lo innecesario es tanto o más necesario que lo funcionalmente necesario. Paradojas, sí, que nos explican con imperfecta perfección, y explican también el fenómeno social y mediático de un simple teléfono celular. El iPhone es mucho más que un smartphone, he venido a descubrir en estos días, y lo es no por su facilidad de uso ni porque sea un teléfono técnicamente imbatible, sino porque se parece a nosotros. No es su belleza y nada más. No es el logrado diseño y punto. No es la facilidad de uso, que en última instancia se basa en que el usuario entienda ciertos convencionalismos (qué significa un icono, por ejemplo). Es su desfachatada apuesta a aquello que nos caracteriza desde siempre. Es, más que un teléfono, un objeto cultural."
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Ariel Torres
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2 comentarios:

  1. Algún día habrá que recopilar, si antes no lo hace algún precatedrático norteamericanísimo, cierta antología de la memez humana. El iPhone puntuará bien arriba en la lista de propuestas adjetivas candidatas, quizá junto a los títulos universitarios occidentales, los peluches equis ele o el Premio Nobel de la Paz.

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  2. La memez humana es en(ciclo)pédica(mente) inabarcable... lo sé de buena tinta porque lo acabo de leer en mi iPhone ;-)

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