Trabajo, fuente suprema de afección,
suplicado por humanos que se aterran
ante tu escasez, ante tu pérdida.
¿Sigues ahí?
Habitante de los hornos de Vulcano
que has sufrido las quemaduras
de la fragua, cuando las armas
pedían paso franco.
Poblador de las colmenas mercantiles
que cotizan en bolsa,
tú que has visto el ascenso
de tantas reinas del olvido.
Asiduo del sello patrio
que padeces la desidia de los compasivos,
tu inanidad se torna irreverente
para los bronceados estetas de la posesión.
Has soportado el calvario
de la esclavitud y solicitas el perdón
de tus pecados.
¿Por qué?
se espanta la solidaridad.
Jesús Díaz Hernández
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por tu atención, tu tiempo y tu comentario.