Ella y él deseaban una máquina del tiempo, una máquina mágica que los trasladase a épocas y lugares imposibles. ¿Imposibles? No exactamente, ellos cumplen sus deseos al entrar en una Biblioteca. Entraron en una Biblioteca. ¿Encontraron allí la máquina maravillosa y la composición química que deseaban? No, sólo hallaron estanterías repletas de libros. Si, páginas blancas llenas de letras negras. Terreno de papel sembrado de signos que eran semilla de pensamientos, experiencias, sueños y memorias de hombres y mujeres de todas las épocas de la Humanidad que escribieron para ti lo que sentían, lo que pensaban y lo que veían. Tomaron uno, luego otro y otro… Comentaron lo que leían, intercambiaron ideas. Imaginaron, disfrutaron y, finalmente, conocieron y aprendieron a la vez que hacían realidad sus sueños escuchando el concierto universal de las letras que suenan en la Biblioteca. ¿Percibes sus compases? ¿Compartes su armonía? Tú que me escuchas con el sonido mudo de las letras, dime: ¿Lo oyes también?"
Fragmento de Carlos Guillermo Domínguez.
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