Cumple ardientemente tu papel y entrégate de lleno a la labor en tu propio campo, sin dejarte llevar del ensueño. Tú eres así y no de otra manera. Acepta la vida, pero jamás dudes de tu eficacia en ella. Aleja toda duda inútil, toda idea de imposibilidad que te hayan inculcado. Perfecciónate en aquello que puedes hacer bien y perfecciona el cachito de mundo que te toca trabajar. Vuélcate en tu amor en ese metro cuadrado que ocupa tu existencia. No lo abandones.


viernes, 28 de octubre de 2011

NO Y PUNTO

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“No” es “No”, y hay una forma de decirlo: NO.

Sin admiración, ni interrogantes, ni puntos suspensivos.

“No” se dice de una sola manera. 

Es corto, rápido, monocorde, sobrio y escueto. 

Se dice de una sola vez. Con la misma entonación. 

Un “No” que necesita de una larga caminata o una reflexión en el jardín, no es “No”.

Un “No” que necesita justificaciones y explicaciones, no es “No“.

“No” tiene la brevedad de un segundo.

Es un “No” para el otro, porque ya lo fue para uno mismo.

“No”, no deja puertas abiertas, ni entrampa con esperanzas, ni puede dejar de ser “No”, aunque el otro y el mundo se pongan de cabeza.

“No” es el último acto de dignidad.

“No” es el fin de un libro sin más capítulos ni segundas partes.

“No” no se dice por carta, ni se dice con silencios, ni en voz baja, ni gritando, ni con la cabeza gacha, ni mirando hacia otro lado, ni con símbolos devueltos, ni con pena y mucho menos con satisfacción.

“No” es “No” porque “No”.

Cuando el “No” es “No”, se puede mirar a los ojos, y el “No” se descolgará naturalmente de los labios.

La voz del “No” no es trémula, ni vacilante, ni agresiva, y no deja duda alguna.

Ese “No” no es una negación del pasado: es una corrección al futuro.

Y sólo quien sabe decir “NO”, puede decir “".


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